“No te pongas límites. Es muy fácil poner un techo a tus sueños y decir ‘lo he alcanzado’. Establece metas que estén fuera de lo que crees eres capaz de hacer, y ve por ellas cada día, perfecciónate cada día y comprueba lo que pasa. No hay daño en eso. La mayoría de las veces te sorprenderás a ti mismo.”

Este es el mantra que ayudó a la estadounidense Grace Norman a ganar el oro olímpico en Río 2016, y a recuperarse de carreras difíciles para disfrutar cada paso del camino de su vida. Grace nació sin su pie y tobillo izquierdos debido al síndrome de la banda amniótica, algo que no le impidió impulsarse hasta la cima del mundo deportivo.

“Fue algo impactante para mi familia”, dice Norman, “No se había visto en ninguna ecografía o ultrasonido. Mis padres eran atletas y tengo dos hermanas que también lo son. El deporte era algo normal en la familia. Y yo decía, ‘bien, mi hermana mayor corre, así que Grace, tú correrás también’. Y nada me detuvo nunca.”

Norman comenzó a correr cuando estaba en sexto grado, pero no lo hizo con seriedad usando una prótesis atlética hasta la secundaria. Oriunda de un pequeño pueblo, no había nadie más con características como las de Grace, por lo que fue el espíritu competitivo el que le permitió seguir el ritmo de sus pares.

“De niña no sabía que había otra gente a la que le faltaba algún miembro. No conocía las redes sociales, no estaba conectada con la comunidad así que competí en deportes para gente sin capacidades especiales desde la escuela media a la secundaria.”

Luego, a los 13 años, Norman fue como espectadora a las pruebas de pista y campo de los Paralímpicos de los EEUU en Indianápolis y en ese momento, se abrió su horizonte.

“Pensé que era increíble. Nunca había escuchado nada sobre los Paralímpicos y en ese momento pensé ‘¡quiero ir – es para gente como yo, quiero participar!’ Fue increíble ver cómo se cumplía mi sueño, aunque no me di cuenta de que lo había logrado hasta uno o dos años antes de los Juegos de Río. Fue un camino divertido, mi sueño se hacía realidad.”

Y luego, en Río 2016, ganó el premio mayor: el oro de los Juegos Paralímpicos. Norman persiguió a Lauren Steadman en los últimos 5km para superarla en la meta emplazada en Copacabana. Desde entonces, no hubo pausas en su carrera, aún con fechas de entregas en sus estudios, entrenamiento y competencias.

“Fueron cuatro años muy atareados. Tuvimos todas estas carreras y campeonatos mundiales y estamos a comienzos de semestre. Tuve que reunirme con mis profesores a principio de año y decirles que esta es una parte importante en mi vida, que trabajaría mucho en mis estudios, pero que en estas semanas debía concentrarme en el triatlón.”

“Corría para la facultad y trataba de adaptarme a mis estudios de enfermería, al triatlón y las competencias … y no olvidemos la vida social. Solía anotar todo lo que haría en el día; clases, tareas, práctica, comer y dormir.”

“Quería asegurarme que daba un cien por cien a la carrera de enfermería porque me apasiona. Me gradué en la primavera. Iba a competir en los Juegos y después graduarme, pero tuve que apresurarme por el COVID.”

La sensación es que Grace Norman no cambiaría un minuto de su ajetreada vida, es una persona que acepta desafíos y que sabe cuándo desconectar y cuándo hacerse cargo de todo. Cuando esté en la largada de Tokio para defender su título olímpico el 29 de agosto, seremos testigos de uno de los eventos más competitivos de los ocho del triatlón de Tokio.

“Es difícil vencer al clima que se crea en un Juego, del que seremos parte en Tokio, no importa el resultado, estar rodeada de gente representando a sus países es lo realmente trascendente.”

Entrevista completa de Lauren Steadman a Grace Norman a continuación.